Un día después de una larga
lluvia Rómulo se decidió por fin a abrir las cortinas azules de su linda pieza…
El intenso miedo que le producía
ver lo que había mas allá de sus cortinas, lo había convertido en un niño de
poca comunicación, muy callado y con raras costumbres. Su madre Alicia miraba a
Rómulo con impotencia de no poder convencerlo de que atrás de aquellas cortinas
azules había una linda vista a su vecindario.
El aun no entendía el sentido de
no querer ver mas allá, pensaba que el hecho de conocer lo que había ahí le iba
a producir curiosidad y cuya curiosidad lo lograría internar en lugares donde
él no se sentiría cómodo. Avécese escuchaba ruidos de niños jugando, de perros
ladrando y uno que otro auto tocando la bocina.
El día martes después de un día
de colegio, llego a su cuarto tiro su mochila, se saco con desesperación su
uniforme, con un pensamiento distinto al de otros días , creía que se sentía
preparado para dar ese gran paso. Como aficionado a las estrellas y a los
misterios del universo Rómulo tenía un telescopio, el cual solo tenía una
imagen… el azul de sus cortinas. De vez en cuando ponía sus ojos el el frio
orificio, para mirar su cortina he imaginar que así era el universo, las
pelusas eran estrellas y las manchas de chocolate se transformaban en
increíbles hoyos negros, por momentos le daba la tranquilidad y le hacía pensar
que si conocía el universo y su vecindario por completo.
Aquel día martes parado frente de
su telescopio su cuerpo se lleno de adrenalina y una extraña sensación de
escalofríos, sabía que había llegado ese momento. Movió lentamente su
telescopio, corrió alguno que otro cachureo y se encontró de frente con su
mayor miedo, sus manos sudaban y con un temor inimaginable levanto su mano
izquierda para acercarla a su cortina. Al palpar la suave tela de aquel miedo
se dio cuenta de que no todo podía estar mal, al correr un tanto la cortina le
entro un rayo de luz tenue justo a sus ojos lo que lo molesto pensando que
quizás no allá sido una buena idea, cuyo pensamiento paso sin mayor importancia
en su compleja forma de pensar. Al tomar la decisión, endureció sus brazos
tenso su cuerpo y en su mente la cuenta
regresiva empezaba de tres. Tres…dos…y en el segundo que su mente y cuerpo
estaban listos para enfrentar ese momento, un trueno de escalofriante magnitud
estremeció a todo su vecindario en especial su pieza y mente, este fuerte
estruendo lo hizo echarse para atrás de un golpe y lo convenció de no hacerlo
en ese momento.
Luego de aquel horrendo sonido
vinieron tres días de intensas lluvias, lo que le produjo una intensa ansiedad
durante aquellos días. Al llegar el viernes tiro su mochila, se saco su
uniforme, se paro frente a su cortina y ese día después de aquella larga lluvia
por fin logro ver el verdadero universo.
Por Antonia Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario